jueves, 17 de diciembre de 2009

Cuentos breves, tan breves como el aroma del café o del vino tal vez.


1.- Un preso que espera 15 años para salir de su prisión, bien puede esperar un tiempo más. Mas, toda espera tiene un límite, y si el preso sale a la luz, y ve que el sol le es negado, aprenderá a amar a otra estrella que lo ilumine. Entonces sol, si acaso en lo más íntimo de tu ser, amas al preso, no le niegues tu luz.

2.- Un cuento breve que dura ya casi 20 años.

Había una vez una ninfa cuyo karma consistía en el temor al verdadero amor. Cuando este se hizo carne y verbo ante ella, la ninfa no pudo más que mostrar ira y dolor.
Años más tarde, la ninfa se reencontró con su amor, y en esa noche eterna y efímera a la vez, que bien valió la pena esperar tantos años, la ninfa le preguntó, con tono de reclamo: "por qué en todos estos años no has acudido a buscarme." El hombre no respondió.

Finalmente, el hombre supo siempre porqué no lo hizo, y es por la misma razón por la cual después de esa noche tampoco fue a buscarla. El hombre sabía que la ninfa estaba enamorada de él. Sabía también que aún no estaba lista para asumir tremendo amor.

De cualquier modo, acaso no es como el premio al final del arcoiris la espera de otros tantos años para volver a vivir esas horas de eternidad. Qué es sino el tiempo, más que eso? Acaso no son esos los tesoros que no ves?

A cada minuto, ante cada fragancia, el hombre sabía muy bien que la caipirinha no adormecía a la bestia disfrazada de ninfa. Los años le enseñaron en quién confiar, y que hasta el más depredador de los animales, a pesar de que puede sentir el mayor de los amores, nunca deja de enloquecer ante la sangre.

Queridos amigos, el banquete está servido.