Somos adan es un misterio tan apócrifo y tan simple como el acertijo que abriga a la propia naturaleza.
Somos adan es un capricho del lenguaje, una melodía que resuena como una gambeta en un potrero. Quizás una picardía argentina, un suspiro de agotamiento; un atardecer en el cabo o una sonrisa en San Telmo. Acaso un compás de una canción que musicaliza el párrafo inconcluso de un ensayo sobre el entendimiento. Sin dudas, el inolvidable beso de un amor imposible, los fracasos del que lucha, las miserias de las que ni aún el más genio de los genios está excento, los anhelos del que poco tiene que perder.
En definitiva cualquier tipo de proyecto, todo aquello que creamos para dar sentido a la existencia.
Y no es que no valga la pena que seamos así, claro que sí, sólo que tenemos que saber que Somos Adan.
Por ende, Somos Adan no conoce de razas, religiones ni ismos; porque Somos Adan es el grito de los esclavos del pensamiento, de los prisioneros del status quo, de los que no pueden vivir con el frio de las cadenas en el músculo del cerebro.
Somos Adan tiene un sólo propósito y es el mismo que lo identifica como tal.
Somos adan vino para conmoverte y se irá de la misma forma que vino.
Somos Adan es un efecto, un latigazo que pretende despertar al AVE del pensamiento.
EVA, no hay nada que saber.
Vos misma, allá a lo lejos, un día dijiste: Abre tus pieles al viento y deja que una palabra mía te atraviese la carne.
Eso es lo que estuve haciendo. Sin ello, nada somos.
miércoles, 14 de abril de 2010
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