Adán tiene la lengua negra, cual hereje en Sacra di San Michele mi querido Adso.
Negra su lengua, negra su alma. Negros sus ojos! Negros como para soportar con firmeza y tenacidad la luz que los ciegos ven. Las pasiones del alma esconden misterios que la más oscura de las lenguas intenta develar.
Adán tiene en sus ojos el lente convergente que permite reconocer a la abeja reina en su dulce panal. Panal que cela y protege con astucia, colmena que gobierna, colonia que goza. Goza con la miel de sus frutos, producto de sus huevos que han fecundado obreras infértiles, incapaces de quitarle su poder.
Pero adan puede causar enjambres, haciendo tambalear la colmena entera de la mente.
Entonces la abeja reina deberá dejar su colmena, para crear una nueva. Una nueva prisión para sus obreras. Prisión para unos, palacete para una. Señores no se dejen engañar, la abeja reina es polígama por naturaleza.
Há de aparearse con diferentes zánganos machos. Zánganos que inevitablemente adoran la jalea real.
Eva... sospecho... tiene sangre de reina.