Un hombre intenta convencerse a sí mismo acerca de la ilusoria posibilidad de escaparle al vacío.
A escasas mesas, una pareja sonríe mientras conversan acerca del futuro y la felicidad que les espera a la vuelta de la esquina.
Al lado de ellos, una mujer mezquina planea el robo de una chuchería miserable de un local de moda.
Al fondo del local sobre el paño verdoso tres bolas ruedan al compás de una conversa que esbozan dos viejos compadritos fiolos.
Tras el mostrador, un muchacho cuenta las horas para salir al encuentro de su novia, quien en ese mismo momento está besándose con un hombre que acaba de conocer en el ascensor para el cual el destino quiso que se quedase clavado en el piso 20 de un rascacielos hace más de una hora.
Llamativamente, desde la ventana de un avión, una anciana reza para que el avión no choque con el mismo rascacielos.
Acá, allá, ahora y después pasan cosas todo el tiempo. De aquí se induce que algo está aconteciendo en todo momento, aún mientras tus ojos buscones se rinden ante el cansacio.
INútiles e infinitas serían las descripciones de las situaciones que ilustrarían una sola idea. La idea del todo. La idea de la vida.
La idea.
Vos qué estás haciendo?
"...el robo de una chuchería miserable de un local de moda...", excelente. Mezquina como pocas esa mujer.
ResponderEliminarTan mezquina como el tiempo bueno, o como lo duradero de la maldad.
Los viejos locos saben de esto, y sabrán comprender.